¿Quien no se ha ido de botellón alguna vez?
¿ Quien no ha controlado la cantidad de alcohol ingerido?
¿ Quien no ha desfasado más de la cuenta?
Pensamos que salir de fiesta y desfasar todos los fin de semana no significa tener problemas con el alcohol. Pensamos que tenemos todo controlado y que no hay nada malo en beber para pasarlo genial.
¿ Pero que pasa en realidad que nosotros no sabemos?
Mucha gente piensa que mientras no se conviertan en alcohólicos típicos, las consecuencias de beber frecuentemente y en altas dosis no son tan alarmantes, pero los estragos del alcohol pueden ser graves y muchos de ellos irreversibles. El alcoholismo es una enfermedad crónica, progresiva y a menudo mortal.
Vamos a analizar en profundidad que nos hace en el cerebro toda esa cantidad de alcohol que vamos ingiriendo. Este alcohol va a atacar directamente al funcionamiento de nuestro cerebro.
En los procesos neuropsicológicos alterados ligados al consumo de alcohol, se pueden diferenciar dos clases en relación al curso de la disfunción cerebral:
Procesos agudos:
De aparición brusca y reversible, relacionados con la intoxicación de alcohol o con situaciones de abstinencia.
Procesos crónicos:
Cursan de forma lenta con tendencia a la irreversibilidad, que se manifiestan en forma de trastornos cognitivos de la personalidad y afectivos.
Hasta aquí por hoy, en mi próxima entrada analizaremos los dos tipos y que enfermedades mentales se producen en cada uno. Debemos ser conscientes del peligro que supone beber sin control.
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